Crecí en un hogar lleno de dificultades y adicciones, donde mi padre maltrataba a mi madre. Experimenté una vida repleta de traumas y conflictos; mi adolescencia fue bastante difícil, lo que me llevó a hacer malas elecciones en amistades y a caer en vicios como el tabaco y el alcohol. Nunca tuvimos un lugar que pudiéramos llamar hogar, siempre estuvimos viviendo en casa de parientes. Pasé una etapa de mi adolescencia con numerosos insomnios, donde no podía conciliar el sueño durante la noche. Fue en esas circunstancias que conocí a quien hoy es mi esposa. Comenzamos a vivir juntos cuando yo tenía un empleo que requería que manejara un vehículo, pero una noche, mientras cumplía con mi trabajo, sufrí un accidente que dejó el auto en pérdidas totales. Este evento resultó en que no pudiera seguir sosteniendo económicamente mi hogar de alquiler, obligándome a mudarme de nuevo con mis padres, lo que intensificó mis problemas.
La falta de un ingreso me dejaba prácticamente sin recursos; dependía completamente de lo que mis padres pudieran ofrecerme, desde el transporte hasta los alimentos, lo que afectaba a toda mi familia. Esta fue una de las etapas más duras de mi vida, sintiéndome impotente y frustrado; solía gritar y tenía arranques de agresividad. Cualquier cosa que dijera a mi padre lo molestaba. Teníamos un niño de apenas dos años que estaba expuesto a toda esta situación. En un momento dado, mi esposa decidió salir de casa llevándose a nuestro hijo. Recuerdo que fui a visitar a mi madre y tomé las pertenencias de mi hijo y mis cosas, salí sin la intención de regresar. Ella me llamó más tarde para decirme que no volvería porque ya no podía soportar esa vida. Fue entonces cuando comenzó una etapa de depresión para mí.
No podía dormir, me la pasaba pensando y fumando en las noches, inmerso en la ansiedad. Mi madre siempre me aconsejaba que fuéramos a la iglesia, pero para mí, tenía una idea equivocada sobre los lugares religiosos, creyendo que allí solo había robos y peligros. Sin embargo, decidí darme la oportunidad y fui a la iglesia. Recuerdo que me senté en la parte trasera, pero una frase en el sermón resonó en mí: «Pruébame ahora en esto». Sentí que era un mensaje de Dios y me levanté para ir al altar y hacer un pacto con Él. Desde ese instante me propuse demostrar mi fe. Salí de la iglesia con una nueva perspectiva; me sentía lleno de energía y motivación para luchar por mi familia y mi matrimonio. Luego de una semana, llamé a mi esposa y le dije que iba a buscarla a Los Teques. Cuando nos encontramos, noté un cambio en mí; me sentía más seguro. En ese mismo día decidí que regresaríamos juntos. Llevé a mi hijo a la casa de mis suegros. Empecé a participar más con mi esposa y a comprender mejor lo que el pastor decía. Decidí bautizarme, dejando atrás actitudes que me perjudicaban. Dios me mostró que debía hacer cambios internos. Comencé a aplicar lo que aprendía en la iglesia. Solía ser muy orgulloso y reprochar a mi esposa, pero cuando me di cuenta de mis errores, empecé a mejorar. Entregué mi vida a Dios en el altar y, tras el bautismo, experimenté la certeza de Su presencia en mí. Recibí la bendición del Espíritu Santo y eso transformó mi carácter explosivo. Mi orgullo se disipó, y hubo más comprensión y amor en mi matrimonio. Las oportunidades empezaron a aparecer, como adquirir un apartamento, y logré asociarme para abrir una óptica. Hoy en día, hemos logrado muchas bendiciones en nuestra vida familiar y financiera.
Mi familia hoy está bendecida gracias a Dios, mi familia está transformada, mi familia está en la fe. Mi familia en el altar de Dios. Aquel matrimonio donde habían palabras hirientes, había maltrato físicos, ese matrimonio quedó atrás. Hoy nuestro matrimonio está bendecido, nuestra familia está bendecida, hay comunicación, hay diálogo, está la presencia de Dios en medio de nosotros.
Usted cree en el poder de Dios?
Entonces prepare una botella con agua y participe de este propósito de fe para la cura y liberación de todas las enfermedades físicas y espirituales. Participe domingo con el agua de los mayores milagros el tratamiento del cielo.
Templo de la Fe: Av. San Martín #40 entre bloque Dearmas y la estación del metro Artigas.
