Entienda cómo pueden perjudicar su vida y aprenda a combatir el sentimentalismo por medio de la fe.
La naturaleza femenina tiende a ser más sentimental que racional. Esto puede verse fácilmente en situaciones cotidianas: al escuchar una canción que moviliza los sentimientos, al ver una película que hace llorar o al recibir una respuesta dura de alguien y terminar con un nudo en la garganta.
Tanto la alegría y el placer como el dolor y la frustración son sentimientos que forman parte de la naturaleza humana, y aparecen en algún momento, pero se vuelven un problema cuando comienzan a conducir la vida de una persona. Así como el agua apaga una llama, la emoción es capaz de anular la fe.
Mientras el Espíritu de la Fe tiene el poder de fortalecer a una persona, las emociones pueden debilitarla. Delante de una situación negativa, decepcionante o frustrante, el que reacciona basado en sus sentimientos se queja, llora, se pone triste, dice lo que no debería y, muchas veces, termina agrandando el problema.
Cuando reacciona según la emoción, no se da cuenta de que se está debilitando, disminuyendo y desvalorizando. Cuando se deja llevar por lo que siente, empieza a hacer todo mal, por lo tanto, se hunde más en ese pozo en el que está. En otras palabras, el sentimiento solo empeora esa emoción.
¿Qué hacer?
Los sentimientos surgirán en diferentes momentos de la vida, pero lo que hará la diferencia es como lidia con cada uno de estos.
Tiene dos opciones y todos los días tendrá que decidirte por una, actuar según la razón o actuar según la emoción, principalmente en medio de una situación difícil.
Esto no quiere decir que tengas que fingir que todo está bien, pero tiene que luchar contra la emoción. Cuando se de cuenta que un sentimiento quiere surgir, tiene que preguntarse: ¿Qué hago con esto? ¿Invierto en eso o sigo adelante y busco una solución? Cuando inverte en la razón, hace lo que tiene que hacer.
Un ejemplo práctico es la forma en la que una personas lidia con las críticas, sea de personas cercanas o del trabajo.
Si se deja llevar por la emoción, enseguida preguntará: “¿Quién se piensa que es para hablarme así?”. Esta pregunta ya estimula la rabia, los malos ojos y el resentimiento. Por otro lado, alguien con una reacción racional encararía la situación de otra manera e incluso la consideraría como una oportunidad de desarrollarse. En otras palabras, si siempre se deja llevar por lo que siente, nunca cambiará.
Haga de la fe su aliada
El que deja de usar la fe para combatir los malos sentimientos no solo se vuelve susceptible a las circunstancias, sino que también corre el riesgo de volver a tener comportamientos anteriores, los que tenía cuando no conocía la fe. De esta manera, la mujer sentimental deja de ver a Dios en su vida poco a poco.
La fe no puede estar basada en sentimientos, porque, en medio de las dificultades, será ineficiente. Fortalezca su fe y su comunión con Dios, para que nada de lo que enfrente pueda afectarle.
