« Entonces dijo David a Natán: Pequé contra el Señor. Y Natán dijo a David: También el Señor ha remitido tu pecado; no morirás. Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos del Señor, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá.» (2 Samuel 12:13-14)
APRENDER DEL ERROR:
Dios perdonó a David, quien reconoció su error, sin embargo, pagó un alto precio por ese pecado, que fue la pérdida de su hijo. Las pérdidas a veces son inevitables, todos los seres humanos podemos perder algo, algo o a alguien, pero la pregunta que debes hacerte es la siguiente: ¿Qué he aprendido de esos errores?
DATE CUENTA DE LAS COSAS QUE TE RODEAN:
Es muy difícil cuando no entiendes la situación, es difícil cuando pierdes algo por lo que estabas orando, más en el caso de David, que era su hijo recién nacido que estaba a punto de morir. David estaba tan atrapado en la situación que fueron días de angustia, oración y ayuno. No quería perder, porque perder es duro hasta en los juegos. Pero ante lo inevitable, David se dio cuenta de que el niño había muerto, mientras sus criados se hablaban en voz baja, y cuando comprendió que ya no había nada que hacer, cambió inmediatamente de espíritu.
LEVANTARSE:
Nuestro Dios es el Dios que levanta. La reacción de David ante esa pérdida fue levantarse, lavarse, ungirse la cabeza, ir a la Casa del Señor y luego alimentarse, es decir, reaccionó ante esa situación, porque el que es de fe puede recibir el impacto, incluso puede perder, ¡pero se levanta!
NO SE DETIENE:
El impacto en la vida de David fue muy grande, pero no pudo detenerse y hoy no es diferente. ¡Tú no puedes detenerte!
SER DE DIOS:
Si puedes solucionar tus errores, soluciónalos; si puedes solucionarlos, soluciónalos, defiéndete, levántate y no vuelvas a practicarlos.
LA HISTORIA DE DAVI NO ACABÓ EN SU ERROR Y LA TUYA TAMPOCO LO HARÁ.