Me realizaron una histerectomía y enfrenté diversas complicaciones. Tuve que lidiar con muchos dolores, pues me tuvieron que realizar otra intervención. Después de eso, la malla se volvió a despegar por tercera vez, así que me operaron nuevamente y colocaron otra hamaca, aunque también sufrí inconvenientes con ella. Quedó adherida al colon y esto me hizo muy difícil ir al baño, lo que agravó mis problemas. Además, también padecía de vesícula y necesitaba cirugía por la aparición de piedras.
No había más opción que esa operación y tenía arenilla en los riñones, lo que me mantenía desvelada. Tenía muchos inconvenientes para ir al baño, lo que me llevó a un estado de tristeza profunda. Incluso pensé: «Dios, ya hemos quedado sin nada, ¿qué más debo hacer? Si me vas a llevar, llévame de aquí para no seguir haciéndole sufrir a mi familia, es injusto». Después de esa experiencia, permanecí en cama, no podía moverme, no podía cargar peso y empecé a padecer otras consecuencias. Realmente no lograba dormir, estaba muy angustiada y no sabía qué hacer.
Cuando llegué aquí, la realidad era que seguía sufriendo por la arenilla y había planes para una nueva operación, pero yo no estaba dispuesta a aceptar más. Le dije a Dios que ya era suficiente. Así que, en ese momento, inicié una lucha, participando y perseverando. Al comenzar a beber del Agua Viva, recuperé fuerzas. Mis estudios revelaron que gracias a Dios no tengo arenilla, no necesito cirugía, no tengo piedras ni nada de ello, gracias al Señor Jesús.
