Fui desahuciada por la medicina al padecer de pancreatitis aguda, vi la muerte de cerca debido a que los médicos me indicaron que no podía ser intervenida quirúrgicamente porque mi páncreas podía explotar, esto me hizo estar hospitalizada durante un mes bajo tratamiento médico.
Estando allí, llegaron personas de la Iglesia Universal a realizar oraciones por los enfermos, lo hicieron por mí y yo sentí algo diferente. Los médicos me evaluaron nuevamente y notaron que las piedras que estaban obstruyendo las vías biliares se desaparecieron, entonces pudieron operarme. Cuando salí del hospital, el deseo que tenía de morir y la tristeza que tenía cesaron, a pesar del prejuicio que tenía hacia la Iglesia Universal, fui a participar en las reuniones, recuerdo que recibir la palabra de Dios a través de la prédica fue un refrigerio para mi alma.
Asistiendo constantemente y recibiendo las enseñanzas, tomé la decisión
de entregarme a Dios, abandoné todo aquello que me hacía daño, logré perdonar y limpiar mi corazón. Hoy soy una mujer transformada, llena de la presencia de Dios, con paz y seguridad, libre de
enfermedades y con vida plena, gracias a Dios» Sra. Yajaira Acosta
El domingo 12 de octubre se celebrará el «Día de la Audiencia Particular con Dios».
Usted podrá participar en el Templo de la Fe (a las 7:30 am, 9:30 am, 3:00 pm y 5:00 pm) o en una Iglesia Universal mas cercana (consulte aquí la dirección).
La historia de Ana:
En la Biblia, en el primer libro de Samuel, capítulo 1, tenemos la historia de Ana. Estaba casada con Elcana, pero no podía tener hijos. Por esta razón, Elcana tomó una segunda esposa llamada Penina (a pesar de que amaba a Ana). En otras palabras, esto sucedió porque, en esa época, existía la presión social para que un hombre tuviera descendencia. Por lo tanto, Ana se sintió profundamente humillada por esta situación.
A esto se sumó la frustración de no poder lograr algo que anhelaba profundamente. Hasta que decidió presentarse ante Dios en el Tabernáculo (1 Samuel 1:10-18).
¿Cómo se aplica esto a tu vida?
«Invitaremos, sugeriremos y daremos la oportunidad a personas como Ana —hombres y mujeres que viven una vida de angustia, frustración y humillación— de resolver sus agravios directamente con Dios. Será una audiencia particular con el Todopoderoso. Eso fue lo que Ana hizo. Cuando su dolor se desbordó, no pudo más, se levantó, salió de casa, dejó a su esposo, dejó a su rival hablando sola y fue al Templo.
Ignoró al sacerdote. Fue directamente a Dios y le habló. Ana desahogó allí su angustia y su dolor. Por primera vez, rompiendo con el protocolo religioso, usó una fe valiente, hizo un voto a Dios, le pidió con valentía (que Dios le abriera el vientre y le diera un hijo, y prometió devolvérselo). Así pues, Ana representa a todas las personas que viven humilladas, despreciadas y sin soluciones humanas a sus problemas. Son personas que mezclan su comida y bebida con sus lágrimas.
Son personas que mojan sus almohadas cada noche, cuyo dolor no es comprendido. Pero Dios comprende su dolor.
El 12 de octubre será el día de su audiencia particular con Dios». A tener en cuenta: Es común que las personas dependan de la fe de otros y se aferren a la religión.
Pero la Biblia nos enseña el camino al Altar de Dios. Este símbolo ha estado presente durante generaciones y generaciones, a lo largo del Texto Sagrado. Y hoy, no es diferente. Ana estuvo atrapada en la religión durante muchos años, a pesar de conocer el camino al Altar. Además, la religiosidad de su esposo Elcana lo llevó a tomar una segunda esposa por mera tradición y juicio social.
Sin embargo, cuando Ana ya no pudo soportar el dolor, recurrió a Dios. El sacerdote Elí intentó detenerla porque él también era religioso (y esto todavía sucede). Entiende que no necesita intermediarios: el Altar de Dios está abierto a todos aquellos que expresan su fe en Él.
