Llegué a la Iglesia Universal en un estado muy complicado, con muchos medicamentos que no me ayudaban. Sentía un gran malestar en los hombros y en el cuello, sobrecargada por el estrés. La presión arterial se alteraba constantemente, pasaba mis días en la cama sin ver solución a mi situación, lo que me hacía sentirme cada vez más desesperada por la cantidad de fármacos que tomaba y el dinero que gastaba, a menudo sin poder siquiera adquirirlos. Fui al médico y este me recomendó que comenzara a tomar tabletas diariamente.
Estuve en ese proceso durante casi diez años. El tema de la ansiedad me causaba insomnio, no lograba dormir, pasaba la noche inquieta en la cama, levantándome a beber agua, pero el sueño nunca aparecía. Cuando iba a trabajar, estaba tan agotada que no quería ir, ya que el cansancio era extremo debido a los medicamentos, la ansiedad y la tristeza, junto con problemas en casa. Después de doce años de insomnio, estaba completamente frustrada y sin solución, además de lidiar con dificultades en mi hogar.
Lloraba mucho, guardando mis problemas en silencio. Me sentía atrapada. Sin embargo, un día mi hermano me invitó a la iglesia y pensé que quizás ahí podría hallar la respuesta, así que decidí asistir. Desde el primer jueves que llegué, noté un cambio en mi vida. Sentí una renovación, una alegría que me motivó a continuar asistiendo. Después de cada encuentro, pude descansar; el insomnio y la tristeza desaparecieron. Desde ese día, salí de la iglesia lleno de paz y felicidad, porque quien entró no era la misma persona que salió. Comencé a ir el viernes y poco a poco fui fortaleciendo mi amor por la fe y las enseñanzas que escuchaba allí, sintiéndome muy feliz y en calma. Empecé a recibir tratamiento con agua y pude ver el poder de Dios trabajando en mi vida.
Mi vida dio un giro completo; la tristeza y el insomnio ya no existían, no había más problemas como los que enfrenté al llegar a la iglesia. Ahora me siento en perfecto estado gracias a Dios. No consumo pastillas, aunque asisto a mis consultas médicas, decidí en el altar que no volvería a tomar fármacos para la tensión. En mi hogar reina la paz, la alegría y la unión; hoy me siento liberada de la depresión y la tristeza. He sanado todas esas dolencias que me afectaban. Estoy bendecida, agradecida con el Señor Jesús por este maravilloso tratamiento que ha cambiado mi vida y la de mi familia.
Usted cree en el poder de Dios?
Entonces prepare una botella con agua y participe de este propósito de fe para la cura y liberación de todas las enfermedades físicas y espirituales. Participe domingo con el agua de los mayores milagros el tratamiento del cielo.
Templo de la Fe: Av. San Martín #40 entre bloque Dearmas y la estación del metro Artigas.
