La familia es la institución más sagrada designada por Dios, sin embargo, puede verse afectada cuando dejamos que el corazón tome el control de las decisiones que darán el rumbo a nuestro futuro, pero, ¿cómo reconstruir aquello que fue destruido después de una mala decisión? El secreto está en acudir con sinceridad ante Dios, exponer delante de Él todo lo que nos incomoda y Él responderá a nuestro clamor, ¡Dios no se olvidó de nosotros! “…Amarle con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y los sacrificios. Viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios…” (Marcos 12:32-34) Los que estaban lejos se acercaron al Reino de Dios, los que estaban cerca entraron en él y los que estaban dentro renovaron sus fuerzas para permanecer hasta el último suspiro, todo esto oyendo la Palabra de Dios, creyendo y obedeciendo.

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